Sobre el ecologismo
Como organización debemos presentar una postura respecto a diversos aspectos de la ecología en la alarmante situación del medioambiente que vivimos. Desde la ecología se pueden abordar muchas cuestiones que se pueden agrupar en dos principales: la conservación y sostenibilidad de la biodiversidad junto con el estudio de ecosistemas y la ecología de los recursos, en la que entrarían las fuentes de energía y materias primas.
En el periodo de imperialismo en el que nos situamos, más que nunca los monopolios y Estados burgueses actúan dentro de un marco limitado únicamente por una ética de explotación y máximo beneficio a obtener frente a los recursos naturales en detrimento de estos por su mal uso. Ellos mismos, mediante destacamentos de la ONU, como la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) o UNEP (Programa de la Naciones Unidad para el Medio Ambiente) se marcan sus propias restricciones de emisiones de gases, como el dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno, ozono o clorofluorocarbonos; denigrantes restricciones con posibilidad de dilatarse las condiciones, que incluso son posteriormente violadas.
Desde mediados del siglo XX, se han ido consolidando organizaciones ecologistas, que teóricamente abogan por una lucha medioambiental, existiendo un sinfín de éstas, entre las que han adquirido mayoritariamente el protagonismo Greenpeace y WWF. Es imprescindible combatir el sensacionalismo que corporaciones como éstas pueden desencadenar. Se tratan de compañías internacionales que sí pueden llegar a tener activistas comprometidos con una causa ecologista, pero realmente no son más que instrumentos burgueses que se aprovechan de la grave situación medioambiental para captar más socios, ingresos y subvenciones. Además los obreros de los que se nutren estas empresas están fuertemente explotados y con unas condiciones laborales lamentables, muchos de ellos trabando con subcontratas. Es importante recalcar que tienen una fuerte postura pacifista, aspecto totalmente contraproducente con la emancipación obrera.
Es evidente que el modo de producción capitalista, no es ejemplo ni para la sostenibilidad de recursos naturales ni para su reparto equitativo. Los recursos naturales, sobre todo los no renovables, como el gas natural, el petróleo o los minerales son uno de los principales focos económicos por los que se interesa un Estado imperialista, opresor de los pueblos que poseen estos recursos, pasando a ser países dependientes. Otros ejemplos como Emiratos Árabes Unidos o Qatar, la propia burguesía nacional explota los recursos petrolíferos y de gas natural, operando con filiales extranjeras para el procesamiento, refinamiento y transporte de los derivados. La explotación de dichos recursos, tienen un periodo temporal relativamente corto, al ser la tasa de consumo mayor al proceso de renovación de los mismos y su uso es uno de los principales contribuyentes a una catástrofe ecológica.
Los intereses económicos capitalistas y todos los monopolios petrolíferos y automovilísticos no permiten el desarrollo completo de vertientes renovables e iniciadoras de un proceso de sostenibilidad y equilibrio. En la dictadura del proletariado donde quedan exterminados los intereses burgueses es mucho más factible el desarrollo industrial y tecnológico dirigido a la utilización de recursos naturales renovables; la compatibilidad entre economía y ecología solo sería posible en el campo socialista.
Otro aspecto que genera mucha controversia son las fuentes de energía utilizadas para el suministro eléctrico. La más comúnmente esgrimida es la energía nuclear, por el abaratamiento de costes que conlleva a corto plazo en regímenes capitalistas. El proceso llevado a cabo en los reactores de una central, es el de fisión nuclear en el que un elemento como el uranio se somete al bombardeo de neutrones al núcleo produciendo la fisión de éste en dos, liberando energía pero generando subproductos como el plutonio, potencialmente radiactivo. De ahí que los vertidos nucleares sean la principal problemática, por permanecer activos con un promedio de 240.000 años.
En un Estado socialista, es necesario un desarrollo progresivo de sustitución de la energía nuclear, por todos los inconvenientes medioambientales que acarrea, introduciendo otras alternativas energéticas. La otra cara de la energía nuclear es su utilización para la fabricación de armas nucleares. Por ello, es necesario valorar lo que supondría el alcance de dichas armas para vencer la resistencia burguesa. En ningún momento se debe dejar desprotegida la liberación de la clase obrera, todo lo que suponga una mejora armamentística para mantener la dictadura del proletariado y vencer a los Estados imperialistas, se debe de valorar positivamente.
Sólo en la futura sociedad comunista se podrá desarrollar verdaderamente un equilibrio sostenible de los recursos naturales y abordar la conservación de la biodiversidad, junto con el cambio de conducta característico que emergería en el ser humano.
Reconstrucción Comunista. Noviembre 2013